Ortodoxias tecnológicas que obstaculizan la recuperación
Es probable que la innovación pueda estar fundamentada en ortodoxias poco o nada válidas. La pandemia obligó a descartar algunas, pero aún faltan más para liberar el camino hacia la recuperación de una organización y así convertirse en una Kinetic Enterprise.
Antes de la pandemia, el mayor tesoro en una organización eran las lecciones del pasado. En plena contingencia, nos dimos cuenta que muchas ortodoxias que fundamentaban la estructura y manera de hacer negocios fueron desbancadas en cuestión de una semana. Incluso, muchos de esos procederes debieron haber desaparecido antes de este evento disruptivo.
Identificar dichas prácticas es ahora la clave para continuar navegando en una nueva realidad que exige transformar a las organizaciones tal como las conocemos. De aquí, la propuesta de convertirse en una organización que está en constante evolución, que se adapta rápidamente al contexto y supera cualquier inercia operativa provocada por los avances disruptivos en tecnologías, además de abordar proactivamente los cambios que se desenvuelven en los panoramas del negocio y tecnológico, con la visión de ser una empresa de siguiente generación, y que cuenta con la capacidad para hacer de esa visión una realidad, lo que en Deloitte llamamos una Kinetic Enterprise.
Ser una organización proactiva es nuestra meta, pero, para poder llegar allá, es necesario traer a la luz las prácticas en las organizaciones que no permiten su avance. Por ello, y con base en los resultados de un estudio, presentamos dos ortodoxias tecnológicas que deberán eliminarse para poder recuperarse y prosperar.
Ortodoxia No. 1: La transformación digital deberá basarse en implementaciones de TI exitosas del pasado.
“Si funcionó antes, funcionará después” es casi un mantra aplicado a cada implementación de un nuevo sistema de TI y se convierte en la ruta a seguir, pero puede resultar limitante.
Basarse en éxitos pasados priva a las organizaciones de crear y experimentar con nuevos modelos del negocio, así como de la posibilidad de innovar. Además, cada implementación o mejora deseada puede tener diferentes objetivos que no entrarían en el molde de la implementación de referencia.
La base de cada ambición de transformación deberá comenzar con el ejercicio de cuestionarse qué es lo que se desea mejorar, si va dirigido a clientes o colaboradores de la organización, si en esta implementación se desea generar respuestas más ágiles ante la demanda de los mercados o buscar nuevas oportunidades en los mismos.
Sin embargo, las implementaciones de tecnología son tan solo el inicio del camino, no el objetivo: ganar mayor agilidad puede ser el comienzo para optimizar procesos que al final facilitarán responder al cambio, que es la competencia más buscada en un mercado con comportamientos fundamentalmente distintos en días.
Dicha competencia es precisamente la que se ha detectado en organizaciones con mayor madurez digital, quienes deciden invertir en adoptar nuevos procesos y tecnología rápidamente al mismo tiempo que continúan cumpliendo con las expectativas de sus clientes.
Ya sea a través de herramientas para la detección de tendencias o de los canales de consumo preferidos por sus clientes para ciertos productos, las empresas más maduras digitalmente tienen una mentalidad que busca responder al qué y cómo más allá de sus referencias pasadas.
Un diferenciador vital en esta forma de pensar es el de estar al tanto y poder conversar acerca de las nuevas funcionalidades tecnológicas, pues esto también es una competencia básica para cualquier organización y toda su C-Suite, para así identificar en conjunto puntos de mejora en cada área y tomar decisiones de inversión.
Ortodoxia No. 2: Es más fácil cambiar fundamentalmente un mercado como empresa nueva.
Durante los largos periodos de cuarentena, varios retailers buscaron agregar capacidades en línea y de eCommerce como opciones más asequibles para continuar con sus operaciones de pedido, recolección, entrega y devolución de productos.
Este es uno de tantos ejemplos de las tendencias observadas durante la emergencia sanitaria y que continuarán en crecimiento como modos de cambiar fundamentalmente el mercado. Para ello, los líderes y sus equipos deberán seguir cuestionándose a sí mismos si están dispuestos a hacer las cosas de manera diferente, cuáles voces deberán incluirse y/o excluirse de las pláticas de innovación, qué se requiere para mantenerse en el lugar alcanzado en el mercado y quién puede ayudar a la organización para seguir cambiando sus paradigmas.
Otro de los grandes aprendizajes en la pandemia y que está potenciando el alcance de una organización, además de reescribir las reglas del negocio, es la creación de ecosistemas: startups, organizaciones de otras industrias, o incluso la competencia, que trabajan bajo una serie de propósitos en común y mejoran su capacidad de innovar.
Este año promete estar rodeado de la incertidumbre que caracterizó a su antecesor. Ahora es el momento de desbancar las ortodoxias de las organizaciones que obstaculizan la recuperación para así prosperar como una organización proactiva. ¿Está listo para cuestionar su modo de hacer negocios?
Sobre el autor: Francisco Ibarra es socio de Enterprise Technology and Performance en Consultoría para Deloitte México.