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Gestionar la diversidad cultural para crear valor empresarial
La diversidad cultural es uno de los pilares transformadores para cualquier empresa, ya que permite adaptarse mejor a las necesidades de un conjunto heterogéneo de clientes, socios y colaboradores, y entregar servicios y soluciones más completos.
Más de 50 años han transcurrido desde que comenzamos a hablar de la globalización y cómo ésta derribaría todo tipo de fronteras, sentando las bases de la “aldea global” imaginada por McLuhan. Sin embargo, no fue hasta hace poco más de dos décadas que la digitalización y la masificación de internet hicieron desaparecer las barreras geográficas, acercándonos a nuevas culturas y abriendo la puerta a un mundo donde la constante es la diversidad.
Como era de esperar, este nuevo paradigma ha generado un impacto cualitativo en la operación empresarial. De hecho, hoy no es posible pensar la dinámica de una organización sin considerar el valor que genera la gestión de la diversidad.
La diversidad cultural es uno de los pilares transformadores para cualquier empresa, ya que permite adaptarse mejor a las necesidades de un conjunto heterogéneo de clientes, socios y colaboradores, y entregar servicios y soluciones más completos y eficaces. Ya lo dijo Myrtha Casanova, fundadora y presidenta del Instituto Europeo para la gestión de la diversidad, quien, basada en sus más de 40 años de experiencia en la materia, comentó que “son los equipos diversos, en los que se fomenta la inclusión, los responsables de toda la innovación”.
Pero, la pregunta fundamental es: ¿cómo gestionar la diversidad cultural para alcanzar resultados concretos en el ámbito empresarial, especialmente en una región tan heterogénea como América Latina?
Para ello, se debe entender que solo los equipos de personas bien integradas entre sí generan la innovación y creatividad necesarias para garantizar la supervivencia y el crecimiento de nuestras compañías en mercados cada vez más complejos. Por lo tanto, la diversidad por sí sola, entendida como la reunión de personas con diversas culturas, idiosincrasias, credos o formas de entender el mundo no es suficiente, sino que todas deben relacionarse, coexistir y colaborar en ambientes que promuevan una inclusión efectiva.
En una organización siempre existirán personas que contarán con las competencias y habilidades adecuadas para realizar una tarea específica, y este criterio debe ser el único a considerar en la toma de decisiones, evitando cualquier forma de discriminación, ya sea por género, orientación, nacionalidad, creencias o edad, entre otros. El foco debe colocarse en los valores, actitud, conocimientos, experiencias y capacidades que aporten los colaboradores al equipo, ya que es en estos aspectos donde reside el valor que aportan verdaderamente a la organización.
En la nueva realidad que nos trajo la pandemia, aquella donde las tecnologías de colaboración y comunicación han superado cualquier barrera geográfica, la diversidad cultural ofrece una gran oportunidad para el éxito de las organizaciones, pues mejora su reputación, convirtiéndolas en un empleador atractivo para las personas con talento, promueve la motivación y la creatividad, así como la innovación y eficiencia del personal. También fortalece la cultura empresarial, haciéndola más flexible y capaz de adaptarse a las cambiantes necesidades de las personas y mercados.
Sobre la autora: Yasna Gatica es gerente de Recursos Humanos en Cirion Technologies Chile. Es licenciada en Psicología por la Universidad Bernardo O’Higgins, con experiencia de manejo de recursos humanos en empresas como ADP, Complejo Hospitalario San José y Sandvik. Cuenta con una maestría en Gestión de Personas y Dinámica Organizacional por la Universidad de Chile.