En tiempo de pandemia, por qué es importante el manejo de emociones
La consultora everis México ofrece diez recomendaciones para mejorar el ánimo de los trabajadores que se encuentran haciendo trabajo remoto de manera continua desde sus hogares, debido a la cuarentena por COVID-19.
«Nos vemos por la camarita», fue lo último que me dijo una compañera después de que dejamos la oficina, el último día que trabajamos desde nuestras instalaciones corporativas. Conforme avanzan los días, más y más profesionistas van a trabajar desde casa y, poco a poco, sus empresas y las instituciones del país generan documentos y piezas varias de información para ayudarles a crear tanto un ambiente como una rutina de trabajo desde sus hogares.
Muchos de estos escritos dan ciertamente muy buena información acerca de temas como: establecer horarios, mantener el contacto con tus colegas por medio de plataformas de comunicación digital, fijar metas a alcanzar en el día y en la semana, etc., pero muy pocos dan cuenta de lo que sucede cuando, dentro de un sistema de aislamiento, prestamos poca o nula atención a la gestión de nuestras emociones.
«El hombre es un animal social por naturaleza», es una frase del filósofo Aristóteles. Como tal, nosotros estamos conformando, permanentemente, comunidades; en nuestras empresas, con nuestras familias, amigos, en pareja, etc. O, lo que es lo mismo, las personas naturalmente buscan acompañarse de otros, aún en los entornos más hostiles. Dentro de estos grupos de personas, la solidaridad y el apoyo mutuo entre los miembros es un elemento indispensable para que dichas personas puedan tener una mejor calidad de vida y puedan contar con un sistema de contención para momentos de crisis o que representen un reto.
Dentro del marco de la pandemia decretada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ¿qué impactos tiene adoptar una modalidad de aislamiento para poder minimizar el riesgo de contagio? En el caso de las personas que habitan el mismo espacio con otros, el aislamiento puede no ser total, pero, aun así, puede detonar efectos colaterales, por ejemplo, sobre nuestras emociones.
¿Qué es una emoción?
La palabra emoción procede del latín emovere, que significa remover, agitar o excitar, y es una reacción psicofisiológica que representa un modo de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo relevante.
Nuestras emociones, por ende, son una respuesta a lo que es y sucede en nuestro entorno.
¿De qué forma puede afectar nuestras emociones la crisis sanitaria relacionada con el COVID-19?
Al ser seres naturalmente sociales, el aislamiento puede detonar emociones relacionadas con la ansiedad o la tristeza. Estos sentimientos pueden ser alimentados por la gran cantidad de información con connotaciones alarmistas que se encuentran en redes sociales y que vemos en la televisión. Si bien hoy en día la información con la que contamos es abundante, mucha de ella no está bien fundamentada, es falsa o cubre los temas desde una perspectiva poco objetiva.
Como explica la experta en neurociencia, Catherine Franssen, nuestro cerebro está especialmente diseñado para consumir mensajes negativos y no dejarlos pasar. La parte que responde ante lo que está viendo es la emocional y menos racional del cerebro. Esta atención a lo negativo es inmediata y, hasta cierto punto, escapa a nuestro control, generándose así una reacción en cadena que es difícil de controlar.
Otro factor fundamental relacionado al aislamiento es que podríamos estar dejando de lado los espacios o tiempos dedicados a jugar o llevar a cabo actividades lúdicas. Escuchar sobre la importancia del juego en la niñez es más común que oír hablar de ello en la edad adulta, aunque últimamente este paradigma se está modificando. Uno de los beneficios fundamentales de jugar es encontrar en ello la oportunidad de relajarnos, ahuyentando así el estrés, la depresión, la ansiedad y algunas otras emociones similares.
Además, cuando el juego implica movimiento, estamos poniendo a trabajar el cuerpo, liberando así endorfinas, la hormona conocida como la de la felicidad. Al encontrarnos dentro de espacios reducidos, nuestras alternativas para jugar y/o llevar a cabo actividades que nos distraigan de la rutina diaria se ven de igual forma reducidas.
Dentro de las crisis sanitarias, hay un tema que no es menos importante que los antes mencionados, y es que, para evitar el contagio, se pide limitar al máximo el contacto afectivo con otros seres vivos. Dejar de tocar al otro, dejar de besar a un ser querido, dejar de abrazar, ¿tiene algún impacto en nosotros?
La respuesta es sí, en mayor o menor medida, ya que los afectos también son algo inherente a las personas. De acuerdo con un estudio realizado en la Universidad de Duke, en Estados Unidos, las personas necesitamos recibir abrazos y caricias desde que nacemos. Las muestras de cariño derivadas del contacto físico juegan un rol importante en el desarrollo de las neuronas y, para que estas no mueran, es importante estimularlas desde temprana edad. De acuerdo con dicho estudio, las muestras físicas de afecto aportan calma, disminuyen la ansiedad, la tristeza y el estrés, estimulan la autoestima, transmiten apoyo y generan una sensación de protección.
¿Qué hacer para mitigar el impacto? Les doy 10 recomendaciones:
- Para poder meditar no es necesario ser un experto en la materia. Basta empezar con cinco minutos al día, concentrándose en su respiración y entrando en contacto consigo mismo. Puede recurrir a alguna meditación guiada en YouTube para empezar a sentirse cómodo con esta práctica.
- Platique más. Ya sea con las personas con las que vive, por teléfono o por videollamada. Hablar con gente conocida o querida reducirá las emociones que genera el no poder estar en contacto físico con ellas.
- Cree dinámicas divertidas en casa. Pinte con acuarela, dibuje patrones sobre hojas, baile su canción favorita, desempolve los juegos de mesa. Genere espacios lúdicos y que motiven la creatividad.
- Tome su baño diario y prepárese para el día usando ropa que le guste. Tal vez usar el pijama todo el día no sea la mejor forma para automotivarse.
- Establezca objetivos individuales y/o colectivos, y prémiese por alcanzarlos.
- Haga una dieta informativa. Elija los canales informativos que le aporten valor, y que no contribuyan a aumentar emociones que no le sumen en este momento. Elija cuidadosamente la información que consume y la que comparte con los demás.
- Cambie de ambiente. Un día puede pasar más tiempo desde su comedor, otro día desde su sala y otro día desde ese pequeño escritorio en su recámara. Cambie de ambiente para ir dándole pequeños giros a su rutina diaria. ¡Asegúrese de tener una buena ventilación e iluminación en ellos!
- Piense en grande. ¿Hay algún oficio que le gustaría aprender o algún negocio que quisiera echar a andar? ¡Es el momento para aprender y para planear lo necesario! Utilice parte de su día para leer sobre ello y crear un plan que pueda echar a andar pasada la contingencia. Crear planes relacionados con intereses nuestros será una gran fuente de motivación.
- Ordene su mente y su casa. Muchas veces las tareas del día a día no nos permiten ordenar algunas cosas en casa. Aproveche este momento para hacerlo y en el proceso verá que esas actividades ayudarán también a ordenar ideas en su cabeza. Muchos estudios científicos señalan que las personas que viven en casas ordenadas viven más relajadas y sufren menos estrés.
- Un día a la vez. Recuerde que ninguna etapa en la vida es permanente. Pensar que una situación puede «tardarse mucho» en mejorar le generará una carga emocional adicional. ¡Prepárese y viva cada día en su individualidad y disfrute lo que consiga en cada uno de ellos!
Sobre la autora: Madián Morante es Head of Brand & Communications de everis México.