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El futuro requiere resiliencia tecnológica y desarrollo de talento

Invertir en el desarrollo de habilidades tecnológicas y promover una cultura de aprendizaje y adaptabilidad ayuda a prepararse para enfrentar los desafíos del futuro y aprovechar al máximo las oportunidades de la revolución tecnológica.

Ante la mirada de todos, se alistan con celeridad nuevas tecnologías; aún fresca está la moda del metaverso cuando ya debemos estar listos para hablar y aprovechar la digitalización o las soluciones de big data, inteligencia artificial, IoT (internet de las cosas) y la nube (que promete contener la desbordante producción de datos).

La duda de muchos se refiere a la obligación de convertirse en un experto tecnológico para sobrevivir en este torrente de herramientas, que se sabe deben adoptarse y adaptarse, así como para alcanzar metas sostenibles y financieras, dar resultados, rentabilizar los negocios y competir a escala global. Luego de la pandemia por el Covid-19, la opción pasó de querer a deber hacerlo, porque las barreras de la distancia y tiempo las rompió el trabajo remoto que se abrió paso casi sin permiso.

Joaquín Quintas.

Los elementos estaban y estarán ahí mientras la humanidad continúe con su evolución. Las llamadas soluciones tecnológicas, desde que el procesamiento de datos comenzó a desarrollarse, pasando por las implementaciones más complejas como ERP (Enterprise Resource Planning), CRM (Costumer Relationship Management) o MRP (Manufacturing Resource Planning), por citar algunas; hasta las aplicaciones o apps que llegaron para dar solución a problemas u objetivos específicos y dar paso a la inteligencia artificial que, dicen los temerarios, puede llegar a pensar por nosotros. Todo esto ha necesitado y requerirá de la mano y la mente humana detrás.

Sería ocioso pensar que todos debemos capacitarnos o incluso certificarnos en tecnología o en alguna ingeniería. Es imperativo desarrollar y apoyar el talento con pasión y compromiso en la materia.

A finales de los 80, las estimaciones tecnológicas indicaron la necesidad de integrar un conjunto de disciplinas para prepararse para lo que venía. Todo partió de un juego, el Lego Logo del profesor Seymour Papert, que inició un modelo educativo de programación para niños. Hacia 2010, esta necesidad de educación tecnológica y científica comenzó a tomar mejor forma a escala mundial. Se incluyó en muchos de los programas escolares para niños y jóvenes los objetivos denominados STEM (Science, Technology, Engineering and Mathemathics) por la National Science Foundation de Estados Unidos.

Los conceptos de las ciencias exactas se podrían desarrollar mediante actividades didácticas aplicadas al quehacer cotidiano y a las problemáticas del mundo real. Y hoy nos topamos con la demanda creciente e imparable de técnicos e ingenieros para estar detrás de todos los desarrollos e implementaciones tecnológicas.

Con la inteligencia artificial y el aumento en la demanda de innovación tecnológica para alcanzar la competitividad también se incrementó la necesidad de más profesionales y técnicos para ordenar, programar, operar y aplicar esa infraestructura tecnológica que solo en apariencia se aleja de lo humano. Talento listo, probado y certificado por las soluciones tecnológicas y, si es latinoamericano, con el invaluable valor agregado de la pasión.

En México, según el más reciente análisis de la firma de capital humano Manpower Group, en el último año la demanda de ingenieros, matemáticos, programadores, analistas de datos, expertos en robótica y capacidades M2M (comunicación entre máquina y máquina) se potencializó 41 % a causa de las implementaciones de inteligencia artificial.

En este contexto, invertir en el desarrollo de talento se vuelve esencial. No se trata solo de contratar a los mejores expertos, sino de fomentar una cultura de aprendizaje continuo y crecimiento dentro de la organización. Esto implica brindar oportunidades de capacitación y desarrollo profesional, promover la colaboración y el intercambio de conocimientos, reconocer y recompensar el talento y el esfuerzo.

Además, es importante destacar la importancia de la resiliencia tecnológica. Esto implica la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios tecnológicos, superar los obstáculos y aprovechar al máximo las nuevas oportunidades. Una organización con una cultura de resiliencia tecnológica está preparada para enfrentar los desafíos y aprovechar las ventajas competitivas que ofrece la tecnología.

En resumen, el desarrollo de talento y la promoción de la resiliencia tecnológica son fundamentales en el mundo actual. Al invertir en el desarrollo de habilidades tecnológicas y promover una cultura de aprendizaje y adaptabilidad, estaremos preparados para enfrentar los desafíos del futuro y aprovechar al máximo las oportunidades que nos brinda la revolución tecnológica. Juntos, podemos construir organizaciones sólidas y preparadas para el futuro.

Sobre el autor: Joaquín Quintas es fundador y CEO de Coderio Software Company, una firma privada dedicada a la creación de soluciones tecnológicas. Es ingeniero en Sistemas y líder en tecnología, con más de 20 años de experiencia en el mercado del software. Defensor del talento latinoamericano, es un reconocido referente de la industria tecnológica y del mundo de los negocios.

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