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Proteger la energía en la infraestructura crítica sigue siendo vital
La gran cantidad de infraestructura crítica que aún tienen las empresas hace vital que cuenten con planes de protección energética para ella.
La dinámica de retorno hacia la nueva normalidad se ha visto incentivada por el avance en el programa de vacunación y el control en la propagación del virus. No obstante, las empresas continuarán sorteando muchos de los mismos retos a los que se enfrentaron durante el año anterior, concentrando su atención en proseguir con la transformación digital y la continuidad de operaciones.
En medio de este escenario, y ante el crecimiento de la infraestructura de nube, que permite almacenar, gestionar y transferir información, así como ejecutar aplicaciones para realizar operaciones desde dispositivos remotos –dejando de lado la centralización de la información y algunas otras limitaciones tecnológicas– podría promoverse una falsa idea de obsolescencia, señala la empresa de sistemas de energía ininterrumpida, CyberPower Systems México, al suponer que la migración a la nube dejará descontinuadas algunas tecnologías en favor de otras, como es el caso de las salas de servidores o los centros de datos.
Las salas de servidores son un área designada dentro de una organización, específicamente diseñada para procesar información de la organización en un entorno controlado y administrado; y los centros de datos son entornos mucho más complejos que pueden albergar varias decenas de servidores y sistemas en una sola o varias ubicaciones. En ambos casos, indica la empresa, se trata de infraestructura de misión crítica que almacena y gestiona información vital de las compañías.
Para 2022, se espera que las organizaciones dediquen el 40 % de su gasto en TI hacia la tecnología en la nube, y este porcentaje llegará hasta el 80 % para 2028, según IDC. «Aun si la nube digital puede suponer el siguiente paso para el cúmulo y el uso de la información, los centros de datos siguen estando muy presentes, diría incluso que se encuentran en pleno auge. Es demasiado pronto para pensar que no es necesario implementarlos y, mucho menos, optimizarlos y protegerlos», comenta Alejandro Sánchez, director general de CyberPower Systems México.
Necesidad de protección energética
La infraestructura de misión crítica considera a las diversas arquitecturas de almacenamiento de datos, que incluye las tradicionales salas de servidores y centros de datos, así como a los centros de datos de nube, sin distinguir si es pública, privada o híbrida. Este tipo de arquitecturas son consideradas esenciales para todas las organizaciones, y se debe garantizar su funcionamiento y disponibilidad con un plan de contingencia que permita mantener la continuidad de negocio.
«Los recientes apagones provocaron cortes de energía prolongados en diferentes regiones del país, situación que afectó hasta al 70 % de las empresas en México (CCE), dejando clara nuestra vulnerabilidad ante la falta de un plan de acción que permita salvaguardar la infraestructura de misión crítica y asegurar una continuidad de operaciones, aunque ésta se desarrolle de manera ralentizada», continúa Sánchez.
De acuerdo con el ejecutivo, un plan de protección de energía brindará un respaldo a los sistemas conectados a la red eléctrica ante eventuales cortes o fallos del servicio, resguardando la arquitectura de datos (ya sea digital o física), y garantizando la continuidad de negocio, a la par que puede disminuirse el impacto de la huella de carbono. También es indispensable tomar en cuenta la administración remota de la energía para un entorno de red o a través de la nube, puesto que las necesidades actuales de los entornos tecnológicos lo requieren como mandatorio, adicional a contar con una plataforma de software que permita gestionar el comportamiento de todos y cada uno de los elementos que formen parte de dicha solución.
«El diseño y selección del mejor plan de protección dependerá de las necesidades energéticas de cada compañía. No obstante, dos de los principales factores a considerar son la eficiencia energética, en la que los componentes involucrados administren el consumo eléctrico, y la resiliencia a fallas, en la que dicha solución tenga capacidad de manejar redundancia a nivel de componentes para garantizar una operación ininterrumpida», concluye Sánchez.