Sensor activo
Un sensor activo es un dispositivo sensor que requiere una fuente de energía externa para funcionar; los sensores activos contrastan con los sensores pasivos, que simplemente detectan y responden a algún tipo de entrada del entorno físico.
En el contexto de la teledetección, un sensor activo es un dispositivo con un transmisor que envía una señal, longitud de onda de luz o electrones para rebotar en un objetivo, con datos recopilados por el sensor sobre su reflejo.
Las tecnologías de detección activa y pasiva se utilizan en la detección remota para realizar observaciones y mediciones a distancia o en una escala más allá de las observables a simple vista. Los sensores también se pueden utilizar en entornos hostiles y lugares inaccesibles para las personas.
Los sensores activos también se usan ampliamente en entornos de fabricación y redes, por ejemplo, para monitorear máquinas industriales o la infraestructura del centro de datos para que se puedan detectar anomalías y los componentes se puedan reparar o reemplazar antes de que se rompan y apaguen todo.
Ejemplos de otras tecnologías basadas en sensores activos incluyen: microscopios electrónicos de barrido, LiDAR, radar, GPS, rayos X, sonar, infrarrojos y sísmicos. Sin embargo, como puede ser el caso de algunos sensores, los sensores de luz sísmica e infrarroja existen tanto en forma activa como pasiva.
Dependiendo de lo que se esté detectando, estos diversos sensores pueden montarse en un satélite, un avión, un barco o un dron submarino UAV. También pueden montarse en otro punto de observación conveniente, como la parte superior de un edificio.
Los datos recopilados por teledetección se utilizan para todo, desde cartografía hasta exploración de recursos y mediciones atmosféricas y químicas. La teledetección también es esencial para internet de las cosas (IoT), en la que casi cualquier entidad física o lógica puede estar equipada con un identificador único y la capacidad de transferir datos a través de una red de forma autónoma.