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Brasil puede ser pionero en la regulación de la inteligencia artificial en América Latina

La inteligencia artificial ha demostrado ser muy valiosa durante la pandemia y, tarde o temprano, tendrá un impacto directo o indirecto en todos los ámbitos de la sociedad.

Ya sea en forma de chatbots, mecanismos que sugieren las mejoras compras o herramientas que ayudan en la toma de decisiones, la inteligencia artificial (IA) está cada vez más presente en la vida de los brasileños, y esto aumenta la preocupación por los principios éticos en el uso de esta tecnología, ya que su uso impacta tanto en la vida de las personas, como el de las empresas.

La pandemia de Covid-19 ha acelerado sorprendentemente el uso de la IA en el país, como muestra un estudio de IBM realizado por Morning Consult, publicado en mayo de 2021. Mientras que, en otras naciones de América Latina, como Argentina, Chile, Perú, Colombia y México, sólo el 21% de los profesionales de TI (Tecnologías de la Información) afirman utilizar la IA en las empresas donde trabajan, en Brasil la tasa es del 40%.

Según el estudio, el 37% de las empresas ya utilizan este tipo de soluciones para la atención al cliente, el 35% para la automatización de procesos y el 28% para la seguridad. Hoy en día, la eficacia empresarial está ligada a esta tecnología, y cerca del 40% de los profesionales de las tecnologías de la información (TI) ya estructuran sus servicios en plataformas de inteligencia artificial.

La pregunta clave es: ¿debe regularse la inteligencia artificial?

El gobierno brasileño cree que debe hacerlo. Tanto es así que, en abril de 2021, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovaciones y Comunicaciones presentó la EBIA (Estrategia Brasileña de Inteligencia Artificial) para trazar un plan de desarrollo del país en este ámbito.

La Ordenanza MCTI nº 4.617, del 6/4/2021 define que la Estrategia Brasileña de Inteligencia Artificial debe ser guiada por acciones de investigación, innovación y desarrollo de soluciones a través del uso consciente, ético y a favor de un futuro mejor, y tiene como objetivos estratégicos:

  • eliminar las barreras que impiden la innovación en IA en Brasil;
  • ayudar a la creación de principios éticos en relación con el desarrollo y el uso de la IA con responsabilidad;
  • formar y capacitar a los profesionales para trabajar en el ecosistema de la IA;
  • realizar inversiones basadas en la investigación y el desarrollo de la IA;
  • promover acciones para fomentar la innovación y el desarrollo de la IA brasileña fuera del país.

Además, la EBIA también contempla la promoción de un entorno de colaboración en el que participen todos los agentes que pueden beneficiarse del desarrollo de la inteligencia artificial, desde entidades públicas a privadas, pasando por la industria y los centros de investigación.

Principales retos y expectativas de la EBIA

Aunque EBIA es importante para controlar el desarrollo y el uso de la IA, cabe señalar que sólo es un primer paso. Como todo proceso, implica desafíos, como la necesidad de regulación y la inclusión de otros sesgos en este contexto –el político-social, por ejemplo– para construir una estrategia completa capaz de equilibrar las demandas de creadores y usuarios.

La idea es que las directrices de EBIA sirvan de parámetro para la elaboración de leyes que impliquen a la IA, y esto ya está ocurriendo. El proyecto de ley 21/20, del diputado Eduardo Bismarck (PDT-CE), por ejemplo, establece principios, derechos y deberes para el uso de la inteligencia artificial en Brasil y está siendo tratado con urgencia en la Cámara de Diputados.

¿Qué contempla el proyecto de ley?

El proyecto de ley 21/20 establece que el uso de la IA se basará en el respeto de los derechos humanos y los valores democráticos, la igualdad, la no discriminación, la pluralidad, la libre empresa y la privacidad de los datos. Además, pretende garantizar la transparencia sobre el uso y funcionamiento de estas tecnologías.

Prevé la figura del agente de IA, que puede ser tanto la persona que desarrolla y despliega un sistema de IA (agente de desarrollo) como la que lo opera (agente de explotación), y aborda los derechos de los agentes de IA, y de la propia IA, y de todas las personas afectadas por los sistemas de inteligencia artificial. Esto incluye la forma en que los datos personales sensibles –información genética, por ejemplo– serán utilizados por el sistema.

También prevé la creación del informe de impacto de la inteligencia artificial, que consiste en la descripción por parte de los agentes de la IA de todo el ciclo de vida del sistema, así como las medidas, salvaguardias y mecanismos para gestionar y mitigar los riesgos relacionados con cada fase del sistema, incluidas la seguridad y la privacidad.

Además, se estipulan los siguientes principios para el uso responsable de la IA:

  • buscar resultados que otorguen beneficios, con el objetivo de aumentar las capacidades humanas y reducir las desigualdades sociales;
  • debe centrarse en el ser humano, con el objetivo de respetar la dignidad humana, la privacidad y la protección de los datos personales y los derechos laborales
  • no discriminación;
  • transparencia y capacidad de explicación sobre el uso del sistema
  • la seguridad;
  • y la rendición de cuentas y la responsabilidad.

El proyecto de ley también señala que el uso de la inteligencia artificial en Brasil tiene como objetivo promover la investigación ética y sin prejuicios, la competitividad y el aumento de la productividad brasileña, así como mejorar la prestación de los servicios públicos y buscar medidas para fortalecer la capacidad humana, y prepararse para la transformación del mercado laboral a medida que se despliega la inteligencia artificial.

Responsabilidad

Dada la dificultad de conceptualizar la inteligencia artificial, se plantea la cuestión de cómo atribuir la responsabilidad moral y jurídica cuando los sistemas de IA causan daños a terceros, por ejemplo, en el caso de un accidente con un coche no tripulado. ¿Quién sería responsable, el desarrollador de la IA utilizada en el vehículo o el fabricante de automóviles?

Cuestiones como estas ponen de manifiesto la importancia de regular la inteligencia artificial en Brasil, como ya ocurre en otras naciones, bajo el riesgo de que el país quede rezagado. Y esta regulación debe ser estricta, para garantizar la seguridad de la población frente a las empresas que sólo buscan obtener el máximo beneficio.

La inteligencia artificial ha demostrado ser muy valiosa durante la pandemia y, tarde o temprano, tendrá un impacto directo o indirecto en todos los ámbitos de la sociedad. Su rápido desarrollo y aceptación, obligan a regularlo, teniendo en cuenta los beneficios sociales más que los económicos.

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